A pesar de tener los ojos prácticamente igual, los japos hacen mucho mejor las cosas que los chinos.
Estos relojes de la marca japonesa, sí eran productos de calidad y duraderos. Conozco a gente que todavía sigue usando el Casio que le regalaron cuando hizo la primera comunión. (Algún freak ratilla)
Estos relojes de la marca japonesa, sí eran productos de calidad y duraderos. Conozco a gente que todavía sigue usando el Casio que le regalaron cuando hizo la primera comunión. (Algún freak ratilla)
MUY PROBABLEMENTE 3 DE ESTOS 4 PERSONAJES LLEVA UN CASIO:
El modelo clásico, el “reloj comunista“.
Lo podía llevar cualquier persona, de cualquier edad y sexo. Este reloj genérico siempre quedaba bien. Arreglao pero informal.
Eran resistentes al agua, tenían cronómetro, luz, alarma, y con el tiempo se transformaban en una segunda piel. Cuando alguien se lo quitaba sentía esa sensación de que le faltaba algo, y los demás le notábamos la marca del reloj en el moreno del brazo, aunque estuviéramos en enero.
Estos primeros modelos tenían luz de bombilla, que únicamente iluminaba la parte de los minutos. Con el tiempo aparecerían los luminiscentes en azul neón.
Como no tenía juegos, el aburrimiento hizo que se inventara uno que consistía en intentar detener el cronómetro en un cierto número, o cerca de él. Jugar a esto era entretenido en los viajes cortos, pero no valía para los largos caminos al pueblo.
El Reloj Calculadora
Este reloj era muy envidiado en las clases de matemáticas antes de que se nos permitiera utilizar las calculadoras (también eran Casio).
Además, cada vez que surgía la necesidad de realizar un cálculo, aunque fuera sencillo, todas las miradas de la gente de la pandilla se dirigían hacia el propietario de uno de estos relojes.
El Reloj con Mando a Distancia
Un arma con la que sembrar el caos, sobre todo y en especial, en las clases de religión cuando se proyectaba una película educativa en VHS.
También era perfecto para cambiar la tele en los bares justo cuando se iba a lanzar el penalti.
Los primeros en tener uno de estos aparatos se transformaron en una especie de semidioses que podían alterar el buen rollo y la tranquilidad de un sitio simplemente apretando el botón del pánico.
El Reloj con Juegos
Estaban al alcance de sólo unos pocos afortunados.
Hoy en día, si en un viaje con los amigos te pones a jugar a una consola te aislas y nadie te hace caso. Antes cuando ibas de excursión con el colegio y te ponías a jugar con uno de estos aparatos, por arte de magia se creaba una multitud de gente a tu alrededor. Molabas, y todo el mundo quería ser tu amigo para que le dejases echar una partida.
El Casio Databank
Más conocido como “el reloj de las chuletas” cuya característica principal era que incorporaba una agenda.
A pesar de la mierda de teclado y de que escribir cosas en el reloj fuese un infierno, los dueños de esta maravilla tecnológica utilizaban sus horas de estudio para pasar los apuntes a la memoria del reloj con el fin de utilizarlo de chuleta.
Por lo general, cuando acababan de pasar los apuntes al reloj y sin querer, se daban cuenta de que se los habían aprendido de memoria y que ya no necesitaban recurrir al Casio Databank en medio del examen.
Los relojes digitales de Casio sólo tenían un rival, un oponente de su talla, un reloj capaz de transformarse en Autobot, el legendario reloj de Transformers.
Disponible en varios colores -los más populares el rojo y el negro-, esta maravilla digital con licencia de una serie de éxito servía para presumir en el patio del colegio y para tener siempre un juguetito a mano.
Nadie duda que en la década de los ochenta se inventaran un montón de cosas “útiles”. Cualquier cosa con botones o una mínima tecnología era algo digno de tener y te convertía en el tío guay de la clase.
No había tanta diferencia entre lo que se hacía en los 80s y lo que se hace hoy en día.
Recuerdo que en los ochenta estuvo muy de moda una película llamada “Loca Academia de Policía”, que posteriormente comenzaron a sacar segundas partes, terceras, cuartas, quintas…, aparecía un policía morenito llamado Bubba que era capaz de imitar cualquier clase de sonido.
No viene mucho al caso, pero es un claro ejemplo de cómo utilizar la tecnología para hacer cosas “útiles”. Este pequeño aparatejo te convertía en Bubba. Sirenas, metralletas y una limitada variedad de sonidos salían del pequeño llavero.
Algunos modelos tenían sonido de peo, y eso siempre triunfaba en las fiestas.
Un día molaba, otro también, pero al tercero llegabas a aborrecer esos sonidos que llegaban a tocar los huevos hasta a quien pulsaba los botoncitos…